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Pastoral: Reflexión de nuestra Directora Belén Lancellotti sobre el Mes de la Solidaridad

Queridos Pastorales: ya estamos viviendo el Mes de la Solidaridad, el que estará lleno de actividades, pero quisiéramos detenernos en esta palabra tan utilizada, tan difícil de pronunciar, pero es también una realidad difícil de vivir.

La palabra “solidaridad” proviene de la palabra latina solidus, que designaba una moneda de oro sólida, no variable sino bien consolidada. De ahí se derivaron en castellano los términos soldada, consolidar, solidez y más recientemente, solidario y solidaridad.

Así pues, el concepto de solidaridad se refiere a una realidad firme, valiosa, lograda mediante el ensamblaje (soldadura) de seres diversos. Este ensamblaje forma una estructura sólida que, en la vida social, se consigue mediante la vinculación solidaria de cada persona con las demás.

Solidaridad es una preocupación por el otro que se traduce concretamente en un hacerse cargo de él, hacerse responsable del hermano. La solidaridad es más que acciones o gestos solidarios, es una necesidad social construida desde la empatía.

La solidaridad... “no es un sentimiento superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas. Al contrario, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos” (Juan Pablo II, Sollicitudo Rei Socialis, nº 38).

Queridos Pastorales, en este mes de la solidaridad, queremos invitar a reflexionar sobre el valor de lo comunitario, y que a través de las obras de misericordia podemos descubrir una forma distinta de vivir, poniendo al centro el amor de Dios revelado, descubriendo el camino permanente de servicio y entrega, ayudándonos a profundizar en la justicia, el amor y la solidaridad, al modo de San Alberto Hurtado quien fue capaz de amar con grandeza y generosidad a Dios y a su patria, dejando una marca profunda de la cual somos testigos y herederos.