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Opinión: Navidad y Fin de Año

Cómo compatibilizar el estrés con las fiestas.

Por Neva Milicic, psicóloga

No hay que dejar que el estrés nos haga perder la magia de la Navidad.

Todos los años, cuando se acerca la Navidad, para muchos padres ella constituye una amenaza más que una oportunidad, por la gran cantidad de actividades que hay que realizar como compra de regalos, organización de la cena de Navidad, visitas a padres, abuelos y otros familiares.

Es por ello que muchas madres y padres que trabajan se estresan, y en vez de ser la Navidad y fin de año algo muy bueno para disfrutar en familia y darse tiempo para compartir con los hijos, padres, abuelos y otros miembros de la familia extensa, estas fechas se transforman en una gran sobrecarga de trabajo agotador, que además implica gastos que pueden arruinar el presupuesto familiar.

Julia es casada, trabaja y mantiene su casa, tiene 3 hijos en la universidad, a los cuales ella les da todo lo que puede.

El año pasado, para la Navidad, simplemente colapsó por la gran demanda que le significó tener que cumplir con todos ellos, con la familia del marido y con su trabajo.

Ella contaba: "Con lo que me sucedió el año pasado, en que no pude cumplir con mi trabajo y tampoco tener una bonita fiesta de Navidad, que no pude organizar por estar yo mal, este año me lo voy a tomar con calma y preparar con tiempo para que no me pase lo mismo".

Esto quizás puede ser lo más sensato, ya que es necesario anticipar y programar lo que se viene por delante con la Navidad para que resulte lo mejor posible, especialmente cuando hay que continuar trabajando.

La Navidad no debiera transformarse en una sobrecarga, que en vez de contribuir a tener un mayor tiempo para compartir en paz y tranquilidad con la familia, se transforme en una pesadilla que termina enfermando a los que llevan el mayor peso, como fue el caso de Julia.

Para ello van algunos consejos, como son planificar con tiempo las actividades laborales de fin de año, para que no se acumulen todas en la segunda quincena de diciembre, como suele suceder.

Comprar anticipadamente y de a poco los regalos de Navidad, por ejemplo, cada vez que se vaya a un centro comercial, tienda o supermercado, ver qué regalos se pueden ir comprando y hacerlo inmediatamente; programar con tiempo las celebraciones familiares, para que no se superpongan en los horarios; hacer un presupuesto moderado y aterrizado de lo que se va a gastar en Navidad.

La Navidad debe ser un momento de alegría y relajo, para compartir con familiares y amigos no un período de máximo estrés, especialmente para muchos padres y madres que llevan todo el peso de estas fiestas y las ven como algo amenazador con lo cual hay que cumplir, desvirtuándose el objetivo y la magia que tiene la Navidad.