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Opinión: Aprender a Preguntar, Parte I

Estimula el pensamiento y la solución de problemas.

Por Neva Milicic, psicóloga.

Los niños hacen preguntas insistentemente, como una manera de conocer, aprender y relacionarse con los demás. Comienzan por el ¿cómo se llama? en su segundo año de vida y continúan con la etapa de los ¿por qué?

Preguntar y preguntarse es esencial para el desarrollo del pensamiento y la creatividad. Además es clave para tener acceso a la información.

Hacerse la pregunta correcta en el momento oportuno puede hacer la diferencia entre una mala o una buena decisión.

Pero algo parece suceder con la crianza infantil, donde la curiosidad que los niños manifiestan al preguntar va decreciendo con el tiempo. Al revés, el medio les exige responder antes que preguntar.

En 1991 se fundó en EE.UU. "The Right Question Institute", institución que incentiva familias y colegios para que estimulen a los niños a formular preguntas. Habitualmente los profesores hacen las preguntas y los niños responden.

En las familias, los padres preguntan y los hijos responden. Cambiar la dinámica para que los niños se sientan libres y estimulados a preguntar favorece el desarrollo cognitivo y emocional.

Preguntar estimula el pensamiento, orienta hacia la búsqueda del conocimiento y la solución de los problemas. Desde el punto de vista emocional, el interés por preguntar aumenta el aprendizaje socioemocional.

Un niño que se pregunta acerca de lo que puede sentir su compañero, está desarrollando la empatía y tomando perspectiva de lo que sucede a su alrededor.

Quien se pregunta por qué un compañero está en un determinado estado de ánimo se adentra en el complejo mundo de la causalidad emocional.

Premiar no sólo las respuesta correctas, sino también las preguntas que los niños son capaces de formular, es un cambio de mirada acerca del cómo aprender.

The Right Question Institute plantea que aprender a preguntar cambia la percepción que las personas tienen de sí mismas.

Las preguntas pueden ser de diversos tipos y clases. Se puede jugar a hacer preguntas abiertas en relación con un tema específico. Por ejemplo, de los viajes espaciales o el budismo.

Para atreverse a preguntar, los niños necesitan sentir que todos sus cuestionamientos son válidos y que serán acogidos, aun cuando el adulto no tenga una respuesta.

 En este caso, es bueno decir "muy interesante tu pregunta, aunque no conozco la respuesta. Si quieres la averiguamos juntos".

Un buen método para desarrollar la habilidad de preguntar, y también un método de estudio, es leer un texto y formular preguntas que terminen en la construcción de una prueba.

Quien sabe interrogar un texto comprende mejor lo que lee, y quien se hace las preguntas precisas sobre la realidad en la que habita, tendrá una mejor conexión con su medio y con los demás.