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Opinión: Cómo Surgen los Traumas Infantiles

Por Neva Milicic, psicóloga

Probablemente, ningún padre ni tampoco ningún profesor quisiera conscientemente traumatizar a los niños.

No obstante, es increíble la cantidad de personas que sufrió en su etapa escolar situaciones que han tenido como resultado efectos traumáticos, afectando su desarrollo emocional o cognitivo.

La infancia es un período en que los niños son especialmente vulnerables a las experiencias emocionales difíciles. Sobre todo si son recurrentes, se graban profundamente en la memoria emocional.

Algunos de estos recuerdos permanecen en la conciencia, en tanto otros quedan bloqueados y por eso mismo afectan el funcionamiento psicológico hasta la vida adulta.

Percibir el impacto que las experiencias negativas tienen sobre los hijos supone padres empáticos y sensibles a las necesidades emocionales.

Cuando los eventos dolorosos pueden ser procesados y encuentran un continente emocional, sus consecuencias son menos dañinas que cuando son reprimidas.

Las experiencias dolorosas muchas veces afectan la imagen personal y las creencias que las personas se hacen de sí mismas.

Una gran cantidad de adultos opera con creencias negativas acerca de sí mismos originadas en la infancia: "Soy malo para...", "Soy incompetente".

Raquel, una universitaria de 25 años, buscando el origen de su bloqueo cuando tenía que dar su examen de grado, llegó en su análisis retrospectivo a una experiencia con su profesora de segundo básico.

Ella le mandó una comunicación a sus padres donde decía que era "la peor del curso en matemáticas y con una nula capacidad de atención".

Esta descripción, que puso a sus padres de pésimo humor comparándola con sus brillantes hermanos, significó que la dejaran castigada sin salir a jugar y sin televisión, hecho que recuerda como muy humillante.

Esta situación, que quizás sus padres y su profesora ni siquiera recuerdan como un evento importante, fue almacenada en forma de un trauma en la mente infantil y afecta hasta hoy la percepción de Raquel sobre sí misma.

Afortunadamente, ella tiene la posibilidad de recibir ayuda terapéutica y superar de alguna manera el daño y los bloqueos que se produjeron cuando era una niña, permitiéndole tener nuevas creencias positivas sobre sí misma.

Si los adultos pudiéramos vivenciar el impacto de nuestros gestos o palabras en los niños, seríamos más cuidadosos en nuestra forma de tratarlos.

Un adulto pesa dos o tres veces más que un niño y casi duplica su estatura; además está en una situación de poder respecto de los niños, quienes son altamente vulnerables y están en una situación de indefensión.

Un tono de voz muy fuerte, un comentario negativo en público, un fracaso en una competencia deportiva, el castigo físico y muchos otros eventos contienen potencialmente la posibilidad de bloquearlos emocionalmente, ya que son vividos como una situación traumática.