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Opinión: La Vergüenza, una Emoción Compleja

Por Neva Milicic, psicóloga

Casi todas las personas recuerdan situaciones de su infancia que les produjeron muchísima vergüenza y que hasta hoy hacen sentir mal.

Puede ser aquella vez que se hicieron pipí en la clase porque una profesora no les permitió salir al baño; o porque les llamaron la atención en público, o porque su mamá hizo un comentario que los avergonzó.

Las situaciones que producen vergüenza cuesta conversarlas porque son parte de lo que se quisiera borrar.

Tal como dice Boris Cyrulnik en "Morirse de Vergüenza": "Compartir la emoción puede ser agradable o angustioso según cuál sea la forma del vínculo afectivo. No es difícil compartir la alegría o la felicidad con quienes nos rodean. Incluso podemos sentir cierta satisfacción compartiendo la pena de las personas. Pero como la vergüenza es el miedo a la mirada del otro, para los niños conversar sobre ella puede ser muy complejo y el gesto que la acompaña es querer esconderse. La vergüenza se vincula con el fracaso de las aspiraciones personales o con una situación que lesiona la autoestima".

Cyrulnik plantea que "la escisión entre lo que soy y lo que aspiro ser constituye una herida traumática. Cuando la realización de uno mismo es despreciable comparada con el sueño de uno mismo, la imagen desgarrada crea un sentimiento de vergüenza ante nuestros ojos. Se puede sentir vergüenza de mostrar una imagen de uno mismo que se considera desgarrada, aunque el otro no la vea así".

La vergüenza tiene que ver con tener miedo al juicio que los otros harán de la imagen que uno proyecta. En la vergüenza, hay una actitud de esconder eso de lo que el niño se avergüenza.

A veces la búsqueda del éxito puede ser una forma de superar la vergüenza. El niño que se siente avergonzado puede dedicarse con ahínco a demostrar a los otros quién puede llegar a ser.

Los sueños son también una manera de escapar de la vergüenza, pero "para que el sueño nos haga felices, basta con acostarnos, para desencadenar un proceso de resiliencia; necesitamos soñar y después levantarnos".

En los niños expuestos a situaciones de riesgo, pensar otros escenarios para sí mismos les dará energía para transformar la realidad.

Los niños tímidos, a los cuales les es difícil compartir sus emociones, pueden tener muchos sentimientos de soledad y darles espacios de intimidad en las relaciones uno a uno; puede enseñarles a expresar y compartir sus emociones y a disminuir sus sentimientos de vergüenza.

Normalizar el sentir vergüenza puede ayudar a los niños a superarla. Saber que todos los niños y los adultos han sentido más de alguna vez vergüenza puede tranquilizarlos, pero es necesario ser muy cuidadoso en exponer a los niños a experiencias que puedan ser sentidas como humillantes o vejatorias, en particular frente a otras personas.