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Actualidad: El Difícil Arte de Llevarse Bien con los Hermanos

Dos tercios de los adultos mantienen una relación distante y hasta de rivalidad con sus hermanos. Compartir genes y crianza no asegura una personalidad parecida, menos afín: sólo el 20% de las veces, las personalidades coinciden.

Por Teresita Quezada, La Tercera.

Franco de Luca quiere a su hermano. Es su único hermano. Son gemelos. Franco lo llama por teléfono y recibe sus llamadas. Pero, aunque años atrás eran dos cabezas rubias vestidas de marinero, ahora son tan distintos como un kiwi y un walkie talkie y hay temas que es mejor evitar.

Uno de los momentos más reveladores para Franco fue ir a la ceremonia en que su hermano sería recibido con honores por la entonces Presidenta Bachelet. Venía llegando de Haití, enviado por las Fuerzas de Paz.

Formado, alto, solemne, vestía la boina azul de la ONU, su traje de combate y su fusil. Franco se había arreglado para la ocasión. Se afeitó el bigote y la barba, se puso zapatillas, un pantalón de tela suelto y la más "decente" de sus poleras con cuello y botones de la ropa usada.

A los 16 años, cuando ambos hermanos venían de vuelta de Santiago a Peñaflor, donde vivían con sus papás, pasaron frente a la Escuela de Suboficiales del Ejército, en Blanco Encalada y su hermano dijo: "Quiero ser militar".

Meses después se enlistó y de a poco sus vidas se fueron separando. Franco estudió publicidad, es ecologista, toca instrumentos indígenas y lo angustia la dominación que provocan los ejércitos y sus armas.

Ver a su hermano en la ceremonia le generaba una extraña mezcla de orgullo y decepción.

Ahí estaban: dos hermanos en una escena irreconciliable. Pero lo que ocurre con los De Luca no es poco común.

Hermanos que comparten la misma carga genética, fueron criados en una misma familia, en la misma casa, con las mismas reglas y los mismos padres.

Y pueden tener personalidades muy distintas o incluso ser enemigos declarados. Tanto que, según diversos estudios internacionales, un tercio de los hermanos se siente muy distante, incluso rival en la adultez, y sólo otro tercio permanece muy cercano.
No sólo para los padres, para los investigadores también parece un puzzle. Estadísticamente, los hermanos tienen muchas cosas en común fácilmente identificables.

Pero en términos de personalidad -como cuán extrovertidos, tímidos o reflexivos son-, hay una sorpresa. Los estudios del doctor en comportamiento y genética, Robert Plomin, dicen que las personalidades entre hermanos coinciden sólo el 20% de las veces: casi lo mismo que dos extraños tomados al azar en la calle.

Buscando la incidencia genética en la personalidad, Plomin pensó que ser criado en un mismo ambiente los haría más similares, pero no fue lo que arrojó la investigación en la que participaron hermanos que habían vivido juntos y otros que no.

"El ambiente funciona de una forma muy extraña", concluyó Plomin en una de sus principales publicaciones: "Hace que los niños de una misma familia sean diferentes uno de otro. No similares".

Como explicó a La Tercera el doctor en sicología y autor del citado estudio La relación de hermanos a lo largo de la vida, Victor G. Cicirelli, uno de los factores que provocan más diferencias y rivalidades entre los hermanos es competir por el cariño de los padres, un proceso en el cual también se forma la personalidad.

Se refiere a lo que, en El origen de las especies, Darwin llamó el principio de divergencia.

Dice que, como ocurre en la naturaleza, en las sociedades, los organismos prefieren minimizar la competencia para no hacerla directa y crean especialización en diferentes nichos.

Lo mismo en una familia: "Si un niño es el mejor en básquetbol, es probable que su hermano busque otra actividad para no competir directamente", explica Cicirelli, actual profesor de la Universidad Purde, en EE.UU.

Pero también existen espacios que no son compartidos por los hermanos y que provocan enormes diferencias en sus metas y personalidades.

"Los hermanos, en realidad, no han compartido lo mismo. Tienen distintos amigos, relaciones y experiencias. Eso influye incluso mucho más de lo que pensábamos, ahora que sabemos que la experiencia cambia también la expresión de los genes", dice Cicirelli.

Además, aquello que llamamos "haber crecido en la misma familia" no es tal, agrega. Muchas veces difieren en edad y eso significa que viven otra etapa de la vida de sus padres y sus hermanos.

"Los padres rara vez son igualmente cariñosos con sus hijos y eso provoca una rivalidad que puede arrastrarse hasta la vida adulta", agrega el investigador.

La Batalla

La pelea más dura entre Raúl y su hermana fue hace más de 10 años, cuando los dos estaban aún en el colegio y vivían con su mamá, en una tranquila casa en El Arrayán.

El viento, los sauces, los pájaros y el río se veían desde el ventanal que Francisca quebró tirando una silla con toda su fuerza a su hermano Raúl.

La silla no lo tocó, pero fue a buscarla pasando el ventanal roto. Entre manotazos, patadas y rasguños de ida y vuelta, él y su hermana, cruzaron el jardín, bajaron la ladera de árboles y hojas y llegaron hasta el río.

Las cosas no han cambiado. El único hermano, la única hermana, los mismos intereses y el mismo carácter, pero no encuentran puntos en común.

"Somos iguales, podríamos ser amigos. Pero no puedo ni hablar con ella. Es mi peor enemiga", dice Raúl Silva, hoy de 28 años.

Aunque todas las relaciones son distintas, muchas rivalidades entre hermanos aparecen desde niños y son más intensas en la adolescencia, explica Cicirelli.

También es frecuente que dentro de una familia permanezcan los roles que correspondían a la infancia y eso cree conflicto.

Si un hermano mayor da consejos e instrucciones a los menores, si un hermano menor se siente con derecho a delegar sus responsabilidades es, probablemente, porque no han sido capaces de renegociar sus roles adultos y las nuevas formas de relacionarse unos con otros.

"En eso los padres y las personas cercanas a la familia pueden ayudar, porque son relaciones que se miran con poca perspectiva", dice Cicirelli. Sin embargo, todos estos problemas han demostrado tener fecha de caducidad en sus investigaciones.

"Aunque hay miles de razones por las que dos hermanos pueden ser rivales, los estudios muestran que cuando llegas a los 60 ó 70 años vuelves a percibir la relación familiar. Los hermanos se reencuentran por diferentes razones. Sin plantearlo demasiado, la relación se retoma al final de la vida, muchas veces", concluye Cicirelli.