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Las Estrellas del Simce

Un colegio de La Reina, un liceo municipal ñuñoíno y uno católico de San Miguel fueron triunfadores en el Simce en la Región Metropolitana.

Por María Cristina Jurado.

Inés Morales - la actual y única mujer rectora que el Instituto Miguel León Prado de San Miguel ha tenido en sus 73 años- quería ser profesora desde los seis. Cuando cumplió diez - terminaban los '60- su papá le compró una pequeña pizarra.

Inés, inquieta y vivaracha, ya sabía que venía de una familia de docentes. Una tía enseñaba guitarra, dos tíos abuelos enseñaban humanidades.

Ella vivía en un barrio popular, donde los niños jugaban con sus vecinos y si uno quería practicar algo - como ella- usaba lo que tenía a mano.

Inés decidió que quería aprender a enseñar y convirtió a sus hermanos en sus alumnos de mentira.

Sus tardes las pasaba frente a la pizarra, garabateando números y oraciones: enseñar lenguaje era su máxima felicidad. Sus "alumnos" la seguían, divertidos, en el juego.

Mucho después, cuando se graduó del Liceo 18 de Lo Prado, Inés sabía que su vida sería la docencia.

Y el día en que los cuartos básicos del popular liceo subvencionado que dirige en San Miguel salieron primeros metropolitanos en el último Simce - 329 puntos en matemática- Inés sintió de nuevo que su vocación se confirmaba.

Noëlle Albagly tomó con la leche la importancia de ir al colegio. Su madre, Hélène Giroux, educadora de avanzada e hija de franceses, había fundado La Girouette en 1962.

Noëlle aprendió desde la cuna que el aprendizaje escolar tiene dos caras: la emocional y la cognitiva. Hoy lo resume en dos líneas: "Un niño que no aprende a leer, es un niño infeliz.

Hay que atacar los dos flancos, su infelicidad y su ignorancia lectora". Fue para ella que su mamá transformó a La Girouette de colegio básico en uno de enseñanza media. "Lo hizo crecer para que yo pudiera graduarme allí de cuarto medio".

Noëlle siguió su destino. Ya adulta, cuando llevaba algunos años como sicóloga clínica de la Universidad Católica, se reinventó como educadora y, siguiendo la línea progresista de su madre, fundó el colegio Madrigal en 1992.

Y este año, con orgullo y humildad, recibió la noticia de que el proyecto que lleva en su corazón desde hace diecisiete años, es el colegio particular pagado más exitoso de la Región Metropolitana.

Según el Ministerio de Educación, los cuartos básicos del Madrigal sacaron el puntaje máximo en el Simce 2008: 337 puntos en lenguaje y 331 en matemáticas.

Al otro extremo de Santiago, en la bulliciosa esquina de Avenida Grecia y Juan Moya, la directora del liceo municipalizado República de Siria pasa por encima de los 37 años que lleva en el establecimiento y se aggiorna.

"El Facebook ha sido vital para nuestros mil 800 niños. Todos los días llegan ex alumnos de los '70, de los '80, a pedir listas de sus compañeros para llamarlos. No se pierden la pista, hay un sentido de pertenencia y de orgullo que no se pasa con nada.

Nosotros vamos con los tiempos: con el desempleo actual, se arman canastas familiares en los cursos para ayudar a las familias. No somos una burbuja: cada alumno es un mundo.

Yo, que he pasado por todos los cargos, he hecho equipo con gente que entiende que aquí la camiseta no hay que sólo ponérsela. Hay que transpirarla", dice Carmen Salazar.

Carmen a toda hora está buscando soluciones creativas. Sus alumnos, de clase media y media baja, vienen de Ñuñoa, Peñalolén, La Reina, La Florida. Unos pocos de Santiago Centro, Quilicura y Puente Alto.

No son gente de dinero, pero en este liceo viven como ricos. Son ricos en comprensión, en medios tecnológicos - la municipalidad ha sido fundamental- e imaginación.

Cuentan además con un paquete de profesores que se mueve fundamentalmente por vocación, al parecer, una de las palabras mágicas para el éxito. Por eso, sus cuartos básicos ocuparon el primer lugar entre los colegios municipalizados de todo el país.

La directora ha diseñado, junto al alcalde ñuñoíno, pequeños trucos prácticos: "Nos fijamos metas. Todo el personal, de capitán a paje, acaba de ganarse dos bonos. Uno por cada triunfo en el último Simce".

El incentivo corre para todos porque la tarea - y la victoria- es común, dicen. Esta transversalidad de derrotas y triunfos eleva el sentido de pertenencia y rinde: el 80% de los profesores lleva veinte años.

Tampoco hay rotación en el alumnado: la única manera de entrar al República de Siria es por prekinder. En estos días se inaugura el nuevo edificio, financiado por la Municipalidad de Ñuñoa, que anidará a la enseñanza media.

La imaginación, otra de las armas para el triunfo, también existe en la Escuela Madrigal de La Reina Alta. "En muchos proyectos nos salimos del programa oficial. Un día nos dimos cuenta de que estábamos aislados geográficamente.

Creamos "Callejeros de La Reina", por el cual hicimos un levantamiento de las calles adyacentes y los niños investigaron a los pintores, escultores y escritores que les prestan sus nombres.

Le llevamos el resultado al ex alcalde Fernando Castillo Velasco, que es arquitecto, y estaba feliz".

Compensar para Ganar

Ninguna lo dice, pero detrás del triunfo de estos colegios rige la ley de las compensaciones.

Si el colegio Madrigal tiene sólo 300 alumnos y en sus primeros años ocupó, modestamente, una vieja casa colonial que venía con el sitio, sus niños aprendieron pronto el valor agregado de vivir casi en el campo.

"El lugar geográfico fue nuestro plus. Esto era una parcela y heredamos maravillosas especies, añosos árboles, oxígeno. Convertimos nuestro entorno en una herramienta para el aprendizaje.

Eso me lo enseñó mi madre, cuando instaló La Girouette en un verdadero bosque en los años 60".

El tiempo ha premiado el ojo de Nöelle Albagly y Hélène Giroux. Si el Madrigal salió primero en el Simce, La Girouette fue cuarto este año. Ambos colegios han figurado muchas veces en la lista de los diez mejores a nivel nacional.

Y el de Giroux, que tiene enseñanza media, además acumula históricamente triunfos en la PSU.

Igual que el Liceo República de Siria, que sacó el tercer lugar en la PSU del 2008. Carmen Salazar, quien llegó jovencita hace casi cuarenta años y lo dirige desde hace doce, instauró casi una ley que le ha rendido frutos.

"Aquí se replican los problemas de todos los colegios, pero además está el económico. Hemos aprendido a suplir carencias con cariño, compromiso y lealtad. Una palmoteada en la espalda de un adolescente equivale a veces a un curso de muchas horas.

Lo calmas, lo refuerzas, lo salvas de la soledad. Y los educadores nos renovamos, nos llenamos de buenas vibras. Esa relación casi personal con los niños yo creo que se refleja en resultados.

Ningún alumno sale victorioso en una prueba si es infeliz y no se siente escuchado".

Salirse del marco parece ser otra carta bajo la manga de estas educadoras. Tanto el Madrigal como el Liceo Miguel León Prado - al que asisten alumnos del sector sur de Santiago, sobre todo San Miguel y La Cisterna- ofrecen ramos de filosofía infantil en básica.

"Les enseñamos a trabajar el pensamiento", dice la rectora de este último, un establecimiento católico con la tradición de los sacerdotes marianistas de España.

El cuerpo docente del República de Siria también innova: "La evaluación en espiral es clave. Si un alumno pasó los ángulos en cuarto básico, se le vuelven a refrescar año a año, aunque no corresponda por programa".

Por eso, durante cinco años seguidos, ha sido el mejor del Simce a nivel de municipalizados metropolitanos.

Si en estos dos liceos de nivel socioeconómico medio y bajo, la enseñanza de un idioma extranjero se salda con clases semanales, en el Madrigal - con apoderados ABC1- el tema se transformó en opción para Noëlle Abagly: "No quise que mi proyecto fuera bilingüe.

Me interesaba tener arraigo con lo nacional, poner el énfasis en el uso y comprensión del castellano. La valorización del idioma materno me parece fundamental y el lenguaje español hoy es el instrumento y la herramienta transversal en este colegio".

Una visión de vanguardia, vocación desde la infancia y la camiseta parecen ser las banderas de lucha. Y después del último Simce, qué duda cabe.